
Motivos relacionados con el realismo mágico. Diseño: Rubén Vique
El realismo mágico vuela de nuevo: David Uclés analiza el resurgir del estilo que popularizó el 'boom'
Tras la muerte de Vargas Llosa, hay quien cree que se ha extinguido. El autor del fenómeno 'La península de las casas vacías' defiende su vitalidad.
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En solo un año, he llevado La península de las casas vacías por todo el país y he comprobado la reticencia de muchos presentadores a usar el término "realismo mágico" para indicar su estilo. Prefirieron llamarlo costumbrismo mágico, ruralismo íbero, cuerdismo o surruralismo neomágico para evitar la etiqueta. Sin embargo, siempre me sentí cómodo con ella.
El realismo mágico fue, en origen, un término propuesto por Franz Roh para la pintura posexpresionista alemana del siglo XX. Como etiqueta literaria la acuñaron por primera vez el editor Carlos Barral y la agente Carmen Balcells en los setenta para promocionar a los autores del boom latinoamericano.
De ahí el error común de pensar que el estilo lo inventó Gabriel García Márquez con Cien años de soledad, la novela más internacional de aquella camada –todos hombres, ya que el boom se olvidó de mujeres como María Luisa Bombal o Elena Garro, quienes ya habían escrito textos "mágicos" y eran las verdaderas madres, en cualquier caso, de la corriente–. Pero no nos engañemos: la necesidad humana de entregar la realidad algo distorsionada al lector es tan antigua como el Gilgamesh.
A partir del boom, el realismo mágico fue un concepto del que se abusó en las siguientes generaciones, un cajón de sastre para cualquier libro fantástico. Ante la ola de autores que de la noche a la mañana dijeron pertenecer a esta corriente, probablemente porque anhelaban la gloria de los señoros del boom, hubo quienes rechazaron la etiqueta y mostraron las costuras del estilo –lean McOndo de Alberto Fuguet y Sergio Gómez–.
También hubo escritores que rehuyeron de la etiqueta, aunque se la aplicara la crítica especializada: Haruki Murakami, Bernardo Atxaga, Mariana Enriquez, Camila Sosa Villada...

David Uclés
Yo la defiendo y la reconozco en mis novelas. Por eso, he decidido exponer lo que entiendo por realismo mágico, un género complejo con el que se pueden vincular muy distintos elementos literarios. Es el realismo mágico un estilo literario que presenta el mundo onírico sin que cause extrañeza en los personajes, como si lo irreal y lo mágico pertenecieran al orden natural de las cosas, facilitando la verosimilitud en la historia.
El realismo mágico se erige, además, como una herramienta perfecta para grabar en la retina del lector escenas que bajo el realismo quizás impactarían menos; un estilo que provoca el efecto de las vanguardias pictóricas: el asombro del que mira.
A continuación, he reunido veinte rasgos que suelen darse en las novelas escritas bajo este estilo. Si bien, no es imprescindible que la obra contenga todos los elementos, ni podemos considerar que un libro esté escrito en esta clave por contener algunos de estos puntos.
En el caso de La península de las casas vacías creo que podréis reconocer todos ellos, pese a que no investigué el realismo mágico hasta terminar la novela. Pero, como dije antes, plasmar lo onírico surge como necesidad humana, no es fruto de la imposición de una escuela ni la invención de un escritor nacido en Aracataca.
Realidades no fantásticas
La Tía Encarna desnuda su pecho ensiliconado y lleva al bebé hacia él. El niño olfatea la teta dura y gigante y se prende con tranquilidad. No podrá extraer de ese pezón ni una sola gota de leche, pero la mujer travesti que lo lleva en brazos finge amamantarlo y le canta una canción de cuna.
Las malas, Camila Sosa Villada
La naturaleza, un personaje más
Me metí en el agua muy despacio y sin atreverme a respirar porque siempre, cuando me metía en el mundo del agua, me daba miedo que el aire, al vaciarse del estorbo que era yo, se enfureciese y, transformado en viento, soplara tan fuerte como soplaba en invierno, que casi se llevaba por delante las casas, los árboles y la gente.
La muerte y la primavera, Mercè Rodoreda
Fórmulas narrativas creativas
En Canto yo y la montaña baila de Irene Solà hablan las nubes, los animales, las montañas… Entonces nos retiramos. Extenuadas. Y miramos la obra terminada. Las hojas y las ramas goteaban, y nos fuimos, vacías y flojas, a otra parte.
En El fin del mundo de Haruki Murakami el narrador alterna capítulos que ocurren en mundos diferentes.
Árboles genealógicos
Mirad el árbol de Los Miralles de Kike Cherta o buscad el que creó Juan Gómez Bárcena para escribir Lo demás es aire. Al inicio de mi novela también incluyo uno de los Ardolento.
Distorsión del tiempo
Se dan numerosos saltos en el tiempo. En Hijos de la medianoche de Salman Rushdie, el protagonista nace cuando la India alcanza la Independencia, pero la historia salta y decide empezar años atrás con el testimonio de su abuelo. Y Gueorgui Gospodínov, en Acerca del robo de historias, describe un personaje que ve el pasado con el ojo izquierdo y el futuro con el derecho.
Trasuntos, no topónimos reales
Y suelen ser trisílabos: Celama, Obaba, Comala, Macondo, Jándula, Mágina, Antaño...

Un fotograma de la serie 'Cien años de soledad'
Personajes cándidos
A veces lo son porque huyen de una realidad inhóspita y se refugian en una infancia irreal, como la niña de La mala costumbre de Alana S. Portero, Oskar en El tambor de hojalata de Günter Grass o el niño de El pájaro pintado de Jerzy Kosinski.
Heridas recientes
En ocasiones, estos textos narran el trauma de un país. En El tambor de hojalata aparecen los pogromos antijudíos. En En tierras bajas de Herta Müller una rana es despedida del trabajo por opinar durante la dictadura de Ceaușescu. Y El brujo del cuervo de Ngugi wa Thiong’o es un retrato de la megalomanía de los dictadores poscoloniales.
Historias corales
En Pedro Páramo de Juan Rulfo y en Carcoma de Layla Martínez se mezclan las voces de los vivos y los muertos. En mi novela, más de quinientos personajes forman el tejido narrativo.

Un fotograma de la serie 'Pedro Páramo'
Hibridismo de géneros
¿Es La casa de los espíritus de Isabel Allende una novela romántica, mágica, realista, social, política, familiar, histórica o costumbrista?
La muerte, algo natural
No tentó a la amortajada el menor deseo de incorporarse. Sola, podría, al fin, descansar, morir.
La amortajada, María Luisa Bombal
Referencias bíblicas/épicas
En Un lugar llamado Antaño los personajes hablan con Dios, y en Las intermitencias de la muerte de José Saramago la muerte aparece encarnada en un personaje. Por otro lado, Max, de El nazi y el peluquero, de Edgar Hilsenrath, es un Ulises moderno que hace un viaje de ida y vuelta, y también mi Odisto –de ahí su nombre–.
Desastres naturales
En La última niebla la bruma roba el protagonismo, así como, en distintos pasajes, el volcán en mi novela, el diluvio en Cien años de soledad o la riada en La muerte y la primavera.
Personajes con dones extraordinarios
Hay quienes curan en La casa de los espíritus y dominan la telequinesis, como Clara del Valle. En La tiranía de las moscas, de Elaine Vilar Madruga, el personaje de Caleb no puede acercarse a los animales sin que estos mueran.

Glenn Close y Meryl Streep en 'La casa de los espíritus', película dirigida por Bille August
Costumbrismo
Me explicó que las flores y las hojas de la capuchina podían comerse en ensalada, que tenían el mismo sabor que los berros y que favorecían el sueño, retrasaban la caída del cabello y hasta podían curar algunas malas infecciones del aparato urinario.
El palacio azul de los ingenieros belgas, Fulgencio Argüelles
Orografía de una región
Obabakoak de Bernardo Atxaga refleja el País Vasco, La fuente de la vida de Luis Mateo Díez dibuja León y Calabobos de Luis Mario encierra Cantabria: algunas montañas, aquí en el norte, están abiertas, con las tripas a la vista. Porque algunos hombres, los muy brutos, las han partido por la mitad pa sacarlas de las entrañas toda la piedra.
Uso dramático del color
Esperaron a que bajara el sol y se derramara la sangre. Poco a poco vieron venir una nube rosa; luego una niebla rojiza les envolvía... Por fin la niebla se hizo roja del todo y nada se veía más que aquella luz densísima entre carmín y escarlata.
Industrias y andanzas de Alfanhuí, Rafael Sánchez Ferlosio
Lo maravilloso cotidiano
En Los Miralles, la familia principal acepta que el manzano de su huerto es el árbol del bien y del mal; en Las malas, los personajes ven normal que uno de ellos se transforme en un pájaro, y en La espuma de los días, de Boris Vian, un nenúfar crece en el pulmón de una joven.
Dice Mircea Cartarescu: "En mis libros realidad y fantasía son dos caras de una banda de Moebius. No sabes nunca dónde empieza una y acaba la otra".
Retrato de universos rurales
En mi novela explico al lector cómo realizar una matanza, calcular las cabañuelas o recoger la aceituna, y Luis Mario enseña el mundo de la pesca y recoge el habla de los pueblos cántabros.
Lirismo metafórico
–¿Cómo es que los niños flotan en el aire de esa manera?
–Tienen hambre. Cuando lo único que tragan es aire, suben como globos, y no bajan a no ser que alguien los alimente o los reviente con un alfiler.
Cuando el árbol canta, Stratis Haviaras.