Perro policía robotizado para la Policía Local de Málaga.

Perro policía robotizado para la Policía Local de Málaga.

Autonomías 4.0

Del agente de policía al barrendero: los robots (no siempre) toman la calle

El 'perro robotizado' de la Policía Local de Málaga, que no tuvo continuidad tras el proyecto piloto, pone sobre aviso al sistema de limpieza automatizado que está probando ahora Valencia.

Más información: Málaga y su perro policía robotizado: "El problema no es la aceptación de la sociedad, sino su regulación"

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De la expectación al fiasco o a la falta de utilidad o interés hay una fina línea. Sinceramente, no son muchos todavía los que creen que en un futuro tal vez no demasiado lejano pueda haber robots encargándose de servicios públicos por nuestras ciudades.

Hemos conseguido entender que el vehículo autónomo, aun con todos sus desafíos éticos y tecnológicos, es algo que tarde o temprano llegará; pero, en el caso de los robots, las perspectivas no son las mismas.

La realidad, en cualquier caso, habla de que hay ciudades que van a seguir realizando pruebas piloto en este sentido y de que hay otras que, tras haberlas realizado, se han dado cuenta de que, más allá del hype, no tenía demasiado sentido mantenerlas. Y aquí van dos ejemplos: Málaga y Valencia.

En la ciudad andaluza, hace un año se anunciaba a bombo y platillo un proyecto piloto consistente en un robot policía. Estos originales cuadrúpedos formaban parte del proyecto 5G TACTILE, en el que la Universidad de Málaga había trabajado conjuntamente con la Unidad de Defensa y Seguridad de Telefónica y la pyme española ALYSIS, con la financiación de fondos Next Generation (Programa UNICO 6G).

De forma general, el proyecto pretendía ahondar en la utilización de tecnologías 5G para el desarrollo y validación de robots cuadrúpedos en telepresencia inmersiva en el ámbito de la seguridad pública.

El objetivo principal del proyecto era avanzar un paso más en la mejora de la capacidad de respuesta de los cuerpos de seguridad ante situaciones de emergencia y crisis, gracias al uso de Q-UGVs, que, mediante la demostración de casos de uso simplificados, pueden ser controlados a distancia por operadores humanos e, incluso, pueden navegar de forma autónoma sin necesidad de intervención humana.

El robot realizó tareas de reconocimiento por la calle y causó una gran expectación entre los viandantes, que presenciaron algunas de las acciones que llevaba a cabo a simple vista, como la megafonía, la cámara 360 grados, la detención ante un obstáculo o el recorrido de un trayecto.

Pero, ¿qué pasó después? En su día, Pedro Merino, director del Instituto de Tecnología e Ingeniería del Software de la Universidad de Málaga (ITIS) y uno de los padres de la criatura, ya avisó: "Aún queda mucho camino por delante; el problema lo veo más en la parte de la regulación, no sólo en lo referente a la privacidad de datos, que también, sino en cuestiones de seguridad".

El propio Merino confirma ahora a DISRUPTORES que el proyecto se quedó ahí, en un piloto. Sin explicar ni causas ni consecuencias, lo cierto es que el ejemplo malagueño es un aviso a navegantes: está bien probar tecnologías en entornos reales, pero conviene ser cauto en lo que se refiere a su implantación cotidiana.

Vehículo de limpieza robotizado en Valencia.

Vehículo de limpieza robotizado en Valencia.

También tiene esa premisa en mente el Ayuntamiento de Valencia. De hecho, su sandbox (pionero en utilizar cualquier punto de la ciudad para probar cualquier tecnología) está pensado precisamente para eso.

En este sentido, sin más aspiración que la de realizar una prueba piloto, el consistorio de la capital del Turia ha estrenado su ordenanza del sandbox con la puesta en uso del robot 'UmiClean', una herramienta eléctrica y autónoma para la limpieza de las vías urbanas, que ya ha empezado a funcionar en modo de proyecto piloto en la ciudad.

La alcaldesa de Valencia, María José Catalá, ha asistido esta semana al inicio de la prueba, acompañada por la concejala de Innovación, Paula Llobet, y de representantes de la firma responsable del proyecto.

El proyecto piloto se desarrollará a lo largo de las próximas semanas en la plaza de la Reina y en el entorno del Mercado Central, en plazas peatonales, donde se ha desplegado el robot en labores de limpieza urbana.

Piloto por el 5G

El dispositivo es capaz de cubrir una superficie hasta 4.000 metros cuadrados en una hora, y puede alcanzar una velocidad hasta 5 kilómetros por hora. Realiza labores de limpieza, aspirado y baldeo, y trabaja con IA mediante cámaras y sensores.

Además, ha subrayado la alcaldesa, el vehículo puede recibir indicaciones a través de la plataforma electrónica, "por lo que permite atender en tiempo real cualquier indicación o queja de cualquier vecino".

La alcaldesa, María José Catalá, ha explicado que el objetivo del gobierno municipal al impulsar este tipo de iniciativas "es convertir Valencia en un espacio donde se prueban soluciones de futuro y se integran en el presente, a la vez que mejoramos ámbitos clave como son la sostenibilidad, la salud urbana, la movilidad o la participación ciudadana".

El robot inteligente UmiClean se suma a la prueba que el Ayuntamiento ya impulsó el verano pasado en la zona de playa de la ciudad con el platjabot UmiBeach, desarrollado por la misma empresa: un vehículo oruga dedicado específicamente a la limpieza de la arena.

De esta manera, Valencia continúa desarrollando su Sandbox Urbano, la normativa que entró en vigor el pasado septiembre, y que desde su puesta en marcha ya ha evaluado 14 propuestas innovadoras y ha autorizado 11 proyectos "que ya están transformando la relación entre ciudadanía, tecnología y espacio público", tal como ha subrayado la alcaldesa.

La ordenanza de Sandbox Urbano, cabe recordar, es un instrumento de colaboración público-privada que regula y fomenta el desarrollo económico basado en la ciencia, la tecnología y la innovación.

Se basa en la consideración de toda la ciudad de Valencia y sus recursos urbanos (espacios, infraestructuras y eventos) como un espacio real de experimentación e innovación en el que el ecosistema innovador, formado por empresas, startups y universidades, puede probar sus proyectos para validar y mejorar sus productos y servicios, de manera que puedan llegar con éxito al mercado.

A partir de eso, la gran pregunta: ¿cuándo se pasará de la prueba a la realidad? De momento, parece que aún hay trecho por recorrer.