El presidente de Indra, Ángel Escribano, durante su comparecencia en el Congreso.

El presidente de Indra, Ángel Escribano, durante su comparecencia en el Congreso. Europa Press

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Indra afronta su junta para ser 'campeón nacional' sin cerrar el control de Tess Defence y en guerra con Santa Bárbara

Falta la autorización del Ministerio y el pago para que la tecnológica coja las riendas del consorcio del 8x8 Dragón, que puede recortar sus expectativas.

Más información: La industria de defensa se lanza a hacer consorcios y genera los primeros conatos de guerra empresarial en España.

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Indra afronta su próxima junta general de accionistas con la intención de poner las bases de una nueva empresa que quiere ser líder en industria de defensa en España, pero sin haber cerrado todavía su mayoría de control en Tess Defence, para lanzar la producción del 8x8 Dragón, y en guerra con Santa Bárbara.

Desde la propia compañía admiten que todavía no se han superado las posibles causas suspensivas del acuerdo de octubre pasado por el que Indra tomaría el 51% del consorcio, donde también están Santa Bárbara (General Dynamics), Escribano y SAPA Placencia.

Fuentes conocedoras de la operación aseguran que falta por obtener la autorización administrativa del Ministerio y cubrir el pago total por la parte nueva que coge Indra (un 26% más), que en su día se valoró en 100 millones de euros, si bien lo que queda por liquidar puede ser menos.

Desde que se llegó a ese acuerdo, tras presionar al máximo a General Dynamics en EEUU para que accediera a la toma de control de Indra en Tess, el mercado europeo de defensa ha dado un vuelco y la tecnológica tiene otros planes y proyectos de fusión.

De hecho, una de las claves de esta junta pasa por modificar el artículo 2 de sus estatutos sociales, para ampliar su actividad a la fabricación integral de vehículos "de uso civil y militar", algo que hará con la nueva filial Indra Land Vehicles.

En la justificación que hace a los accionistas de este cambio ya advierte que se trata de cumplir con el plan 'Leading he Future', cuyo objetivo es "convertirse en el coordinador nacional que lidere el ecosistema español, con un papel clave en la seguridad y soberanía europea".

Indra ha puesto las bases de ese proyecto con su propuesta para comprar la planta de calderería de Duro Felguera en Asturias, con sus 150 trabajadores, para convertirla en un centro de ensamblaje de vehículos militares de todo tipo.

Pero hasta que eso sea una realidad, el consorcio Tess Defence es lo que más acerca a la tecnológica a esa función, una vez que cierre su control del 51%, con el programa del 8x8 Dragón como proyecto estrella, a pesar de la incertidumbre que pesa sobre su desarrollo.

En ese proceso se ha cruzado el primer intento (fallido) de Indra de comprar los activos y la tecnología de Santa Bárbara en España a General Dynamics. Esa era la vía rápida para controlar su fábrica de Trubia (Asturias) y convertirse en fabricante de la noche a la mañana y ser 'campeón nacional' de defensa.

Pero General Dynamics quiere hacer de Santa Bárbara su puerta de entrada al nuevo mercado europeo de 800.000 millones, con las plantas de Trubia y Alcalá de Guadaira por bandera.

Ambas empresas se afanan en asegurar que mantienen una relaciones muy fluidas y que el consorcio Tess Defence "está conformado a falta de un permiso y el pago", pero a estas alturas nadie duda del enfrentamiento latente que hay en sus estrategias.

El contraataque de los norteamericanos en España pasa por ofrecer una alianza a Indra a través de Tess Defence, que sus responsables no han querido ni escuchar, sobre todo después de iniciar un acuerdo en Europa con la alemana Rheinmetall, enemigo y competidor de General Dynamics en todo el mundo.

Fuentes del mercado no descartan que se llegue a realizar la operación de compra de Santa Bárbara, ni en Indra hayan dicho todavía la última palabra, pero todo pasa porque se llegue a cerrar primero la conformación y el pago de la nueva estructura de Tess Defence.

Del 8x8 fallido al 6x6

Desde el sector se advierte que, dada la intención de Indra de fusionarse con Escribano, ya no les haría falta cerrar ese pago para tomar el control de Tess Defense y el liderazgo de la producción del 8x8 Dragón. Mucho menos si llegan a comprar Santa Bárbara a General Dynamics.

Pero sin la filial española y la planta de Trubia en su poder, que es donde se ensambla el blindado estrella del Ejército español, los Escribano e Indra se han visto obligados a montar una planta desde cero y retrasar de forma importante sus planes de liderar el sector y crecer en la UE.

Con las espadas en alto, cualquier operación sobre Santa Bárbara por parte de Indra parece que está condicionada en este momento por el pago total de la operación Tess Defence, y la autorización previa del Ministerio.

Cuando se cerró la operación, hace ocho meses, se estipuló que en ello iba incluido un plan industrial de "traspaso específico de conocimiento a Tess de las actividades de montaje, integración, verificación y homologación, que asegura la continuidad del negocio", centrado en el 8x8 Dragón.

Pero el escenario que se ha abierto ahora deja 'tocado' el impulso de la producción del blindado, que va con mucho retraso (se han entregado cuatro de 348 previstos), presenta serios problemas logísticos y operativos, y puede recortar de forma drástica sus previsiones de llegar a las mil unidades.

Sobre el tapete se ha puesto ahora además la opción de que el Ministerio de Defensa lance un nuevo programa millonario para un vehículo sobre ruedas, 6x6, para el que Escribano y la nueva Indra tendrían grandes opciones, en competencia también con las ofertas de General Dynamics y otros grupos españoles con socios internacionales, como Oesía.

La nueva planta en las instalaciones de Duro Felguera será fundamental para el proyecto de ese nuevo vehículo sobre seis ruedas en los próximos años, que en el caso de Escribano se plantea con tecnología de los Emiratos Árabes.

Aún así, todo queda abierto en un negocio que se ha dado la vuelta en apenas cinco meses y que presenta las mayores expectativas de crecimiento para los próximos años, de la mano del aumento del gasto en defensa de los socios comunitarios para tener su anhelada autonomía estratégica.