
Bandera de Estados Unidos
Los cimientos del sistema financiero global se suelen mover lentamente, como las placas continentales. Pero, de vez en cuando, las tensiones acumuladas se liberan bruscamente causando terremotos.
Si EEUU no vuelve pronto a la ortodoxia económica, sin tratar de socavar el orden internacional y sin acelerar su deriva fiscal, corre el riesgo de perder parte del “privilegio exorbitante” que le ha permitido en las últimas décadas que sus administraciones públicas y empresas paguen intereses más bajos y, por lo tanto, que sus activos financieros e inmobiliarios coticen con una prima.
Sabido es que ese país “vive por encima de sus posibilidades”, consumiendo más de lo que produce e invirtiendo más de lo que ahorra. Año tras año, incurre en un déficit de balanza de pagos (algo más de un billón de USD en 2024, casi el 4% del PIB) que financia con la entrada de capitales extranjeros, que compran sus bonos, acciones y edificios o que prestan a sus bancos.
Este desequilibrio se acumula en lo que se conoce como la Posición Financiera Internacional Neta, que ya supera los 26 billones, un 88% del PIB.
Esto es posible gracias al estatus del USD de moneda de referencia global y al tamaño, liquidez y atractivo de sus enormes mercados de renta fija, renta variable e inmobiliario, su dinamismo empresarial y liderazgo tecnológico. Diversos estudios académicos han tratado de estimar en qué se traduce en términos de tipos de interés y de coste del capital.
Las primeras fallas tectónicas comienzan a ser visibles en la prima temporal de su deuda a largo plazo y en la depreciación reciente de su moneda
El abanico es amplio, pero de media apuntan a que el abaratamiento de la financiación del Tesoro excedería el medio punto porcentual, y algo menos el de sus compañías.
Puede parecer poca cosa, pero supone cifras colosales. Sobre una deuda pública neta de 28 billones (98% del PIB), pagar 50 p.b. al año menos que emisores de similar solvencia le ahorra más de 140.000 millones anuales en intereses, un 3% del presupuesto federal.
Para las empresas también supone más rentabilidad y, aún más importante, múltiplos más altos. Cada 25 p.b. menos de coste del capital (WACC) infla la valoración en alrededor de un 5%.
¿Qué pasaría entonces si EEUU perdiera esa “excepcionalidad” multidimensional en cuanto al estatus del USD, su mayor crecimiento económico y de los beneficios, su solvencia fiscal, capacidad de atraer talento, supremacía tecnológica e influencia geopolítica?
Las primeras fallas tectónicas comienzan a ser visibles en la prima temporal de su deuda a largo plazo y en la depreciación reciente de su moneda. Aun así, la primera sigue por debajo de su media histórica (aunque hay factores de peso que lo justifican) y el USD continúa sobrevalorado sostenido por la política restrictiva de la Fed.
Las cifras son muy llamativas: los europeos poseemos unos 15 billones de USD en acciones y bonos estadounidenses y los asiáticos otros 10 billones
Es importante también considerar qué supondría esto a ambos lados de los océanos. Si EEUU pierde esos atractivos, comienza a atraer menos capitales y sus activos ven erosionadas sus primas de valoración, otros mercados recibirán los fondos, dando la vuelta a parte de los efectos que ha estado disfrutando ese país.
Las cifras son muy llamativas: los europeos poseemos unos 15 billones de USD en acciones y bonos estadounidenses y los asiáticos otros 10 billones. Imaginemos que solo una décima parte decidiera volver a sus mercados de origen.
Supondría una repatriación del alrededor del 3% de las capitalizaciones de sus activos financieros, suficiente para presionar algo a la baja los tipos de interés, reducir el coste del capital y elevar las valoraciones, reduciendo así su actual descuento.
Lo normal es que estemos ante una deriva continental progresiva que no provoque grandes terremotos así que tampoco hay que dejarse llevar por estas elucubraciones. Los factores críticos a vigilar son la prima de riesgo de su deuda pública y la evolución del USD, a sabiendas de que los inversores preferimos los terrenos con menos riesgo sísmico, y eso siempre se trasluce en los precios.
“EEUU corre el riesgo de perder parte de lo que se ha llamado su privilegio exorbitante que le permite financiarse más barato y eleva las valoraciones de sus empresas e inmuebles”.
*** Roberto Scholtes es jefe de estrategia de Singular Bank.