
Elon Musk otea el horizonte en su último día en la Casa Blanca. Reuters
Musk tiene más de un 'botón nuclear' para su venganza: una gran fortuna, un algoritmo dopado y mucho que contar
“Trump es mucho más poderoso que Elon, pero también mucho menos competente”, aseguran en Estados Unidos al analizar cómo la ruptura entre ambos puede afectar al presidente.
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Ya es oficial. Tras varios días guardando las apariencias –o intentándolo– Donald Trump y Elon Musk, el multimillonario que financió parte de su campaña electoral y uno de sus principales aliados en la Casa Blanca, han comenzado a cruzar acusaciones y amenazas en público. Más allá de una gresca que algunos comentaristas han tildado de “infantil” se esconde un duelo entre el hombre más poderoso del mundo y el hombre más rico del planeta. Y aunque todo parece indicar que el primero lleva las de ganar, Musk también cuenta con su propio ‘botón nuclear’. O botones, en plural.
El primero sería la red social X (antes conocida como Twitter). Sus cerca de 600 millones de usuarios activos –ese matiz, “activos”, es importante– pasaron a estar de algún modo vinculados a Musk cuando éste compró la red social en octubre del 2022. No obstante, en un principio la adquisición se entendió como una operación meramente empresarial.
Fue a partir del 13 de julio del 2024, el día en el que Musk declaró públicamente su apoyo a Trump, cuando los expertos empezaron a notar que el algoritmo de X promocionaba de forma muy poco disimulada mensajes políticos alineados con la narrativa del candidato presidencial.
“Poco después de que Musk respaldara la campaña presidencial de Trump, hubo un aumento estadísticamente anómalo en la interacción con su cuenta X”, explicaban el pasado otoño los académicos Timothy Graham y Mark Andrejevic, de la Universidad de Tecnología de Queensland y de la Universidad de Monash, respectivamente. “De repente sus publicaciones recibían muchas más ‘visitas’, ‘retuits’ y ‘likes’ en comparación con otras cuentas políticas prominentes en la plataforma”.
En paralelo, dos estudios elaborados por el Washington Post y el Wall Street Journal reflejaron que X estaba favoreciendo “desproporcionadamente” a Trump durante los meses previos a las elecciones.
Dicho de otro modo: la influencia que puede llegar a ejercer Musk a través de X, donde él mismo cuenta con 220 millones de seguidores, ha condicionado procesos políticos y podría seguir condicionándolos en el futuro.
De hecho, a las pocas horas del primer intercambio de mensajes con Trump escribió un mensaje diciendo que era hora de crear un nuevo partido político en Estados Unidos que pueda representar “al 80% de la gente que se encuentra en el medio”. Lo acompañó de una encuesta –se podía contestar “sí” o “no”– que, a la hora de escribir estas líneas, contaba con más de cinco millones de respuestas. La mayoría de las cuales –un 80,6% concretamente– había optado por el “sí”. También ha promocionado mensajes diciendo que Trump no está como para gobernar y debería ser sustituido por su vicepresidente: JD Vance.
“Musk cree haberle entregado la presidencia a Trump y bien podría tener razón”, explicaba este viernes el famoso economista Paul Krugman en un artículo publicado en su newsletter. “Le dio a Trump y a sus aliados mucho dinero; ayudó a Trump a recuperar la confianza tras su desastroso debate; y atrajo el voto de los bros”.
Es decir: de todos aquellos chavales llenos de desprecio y escepticismo hacia el establishment político, el Estado y el statu quo pero fascinados por el éxito de toda una serie de magnates de tinte anarcocapitalista. Magnates vinculados, normalmente, al ámbito de las nuevas tecnologías.
El segundo gran botón nuclear es, precisamente, su dinero. Ser el hombre más rico del mundo significa tener una fortuna de entre 381.000 millones de dólares y 425.000 millones de dólares, según las estimaciones de Bloomberg y Forbes (respectivamente). Si Musk decide destinar una mínima parte de la misma a financiar campañas contra el Partido Republicano ahora que se acercan las elecciones de medio mandato o midterms (en las que está en juego el control de la Cámara de Representantes, el del Senado y el sillón de gobernador en unos cuantos estados) los conservadores podrían encontrarse con problemas.
Otro quebradero de cabeza sería la estrecha –hay quien diría que estrechísima– relación que Musk ha mantenido con Trump durante los últimos meses. Es cierto que en lo que a popularidad entre las bases del Partido Republicano se refiere Trump no tiene mucho que temer. No es que caiga mejor que Musk; es que entre esas bases Musk no suele caer bien. Directamente.
Es más: en algunos sectores del trumpismo cae, incluso, muy mal. Sirva de ejemplo Steve Bannon, quien fuera el jefe de estrategia de Trump en 2016 y quien continúa siendo una persona harto influyente entre el nacionalismo radical estadounidense. Al saber del enfrentamiento, Bannon ha salido a pedir la deportación de Musk, que es de origen sudafricano, y la nacionalización de algunas de sus empresas (Musk ha respondido llamándole “retrasado” y “comunista”).
Con todo, y dejando a un lado la cuestión de la popularidad entre las citadas bases, Musk podría recurrir a la estrecha relación que ha mantenido con el presidente estos meses para clamar tener información privilegiada sobre determinados asuntos. Y utilizarla en su contra, claro. Al respecto, sirva el aviso lanzado este viernes por Ian Bremmer, uno de los analistas políticos más conocidos de Estados Unidos: “Trump es mucho más poderoso que Elon, pero también mucho menos competente”.