En el fragor de la revolución de la inteligencia artificial, se están dando numerosas estafas tanto en España como en el resto del mundo que la aprovechan. No faltan ejemplos, que implican clonar la voz de familias enteras y por supuesto de famosos. La ya extinta startup Builder.ai también estafó millones usando IA.
El auge de la inteligencia artificial ha llevado a que numerosísimas compañías del sector tecnológico intenten aplicar esta tecnología a sus servicios. Builder.ai, una startup con base en India, pretendía precisamente esto.
¿Cómo? La idea detrás de Builder.ai era la de crear aplicaciones enteras sin necesidad de usar ingenieros. Exacto, la encargada de crear estas apps y el código correspondiente sería una IA. Posteriormente, se descubrió que todo era una estafa.
Una startup de IA, sin IA
El escándalo era destapado el pasado 1 de junio por Bernhard Engelbrecht, fundador de la compañía Ebern Finance, en un mensaje de X (antes Twitter). La misma Builder que había conseguido recaudar 445 millones de dólares, no era más que una farsa.
Lo que prometía Builder.ai era la creación de aplicaciones usando inteligencia artificial en un esquema de módulos o 'bloques' generados por IA. La premisa era simple en papel; esta IA, llamada Natasha, se encargaría de desarrollar piezas de software basadas en módulos.
La promesa de Builder.ai era tan interesante que lejos de ser un fracaso financiero, esta había logrado la atención de firmas como la mismísima Microsoft. Una Microsoft empeñada en liderar la revolución de la IA y que está detrás de algunas de las inversiones más importantes del sector.
En total, gracias a la financiación de Microsoft y de fondos de inversión ubicados en Catar, Builder.ai pudo amasar 445 millones de dólares. Natasha se encargaría de desarrollar todas estas aplicaciones seleccionando los módulos necesarios para construirla.
Sin embargo, esta red neuronal simplemente no existía. Natasha no era real; todas las solicitudes de los clientes de Builder.ai las realizaba un ejército de 700 indios que escribían código. Es decir, la forma de trabajar en programación más convencional.
Esto llevó a que las aplicaciones supuestamente desarrolladas por una IA no parasen de fallar y funcionar mal. Sus módulos no eran funcionales, y su código era directamente ininteligible. Esto, irónicamente, alimentó la sensación de que efectivamente era una IA la responsable.
Builder.ai y su logo.
Y aunque esto era idóneo para continuar con la mentira de la IA desarrolladora, era terrible para las ventas. Los problemas en el código de estas apps desembocaron en una falta de confianza sobre la empresa; así, las ventas cayeron enormemente.
Cabe aclarar que toda esta situación se dio en 2018, en una época en la que soluciones como ChatGPT no estaban instauradas y en la que el uso de IA todavía era una cuestión de innovación. De ahí, en parte, que Builder.ai lograra esta atención.
De hecho, el escándalo viene de mucho antes. El The Wall Street Journal ya recogió algunas de las dudas que esta startup generaba citando antiguos empleados descontentos con su desempeño financiero y publicitario.
Bloomberg informó el pasado 22 de mayo sobre un problema en los pagos de préstamos millonarios por parte de Builder.ai, lo que causó el embargo de muchos de sus bienes y efectivos. Esto permitió investigar más a fondo sus cuentas.
Fotomontaje con la ilustración de un robot y circuitos.
Gracias a este suceso, se descubrió que Builder.ai simuló numerosos negocios con la startup india VerSe para inflar de forma fraudulenta sus ventas. "En muchos casos, no se proporcionaron productos ni servicios a ninguna de las compañías a cambio de estos pagos", según fuentes.
Se estima que Builder.ai infló hasta en un 300% sus ventas frente a sus acreedores. A modo de contraste, tenemos a Sachin Dev Duggal, antiguo CEO de Builder.ai defendiendo cómo un promedio del 60% de su software era producido por una máquina.
A principios de mayo, Builder.ai cerraba el proyecto y se anunciaba en bancarrota debido a la confiscación de la mayor parte del efectivo de la compañía por parte de un acreedor de alto rango dentro de la firma.
Si bien es cierto que la inversión de Microsoft y el resto de fondos sobre Builder.ai tuvo lugar antes del boom de la inteligencia artificial en 2022, este caso muestra los riesgos que supone la inversión en compañías startup en la búsqueda de la próxima Big Thing en el panorama tecnológico.