
El presidente de EE. UU., Trump, habla con periodistas a bordo del Air Force One en su camino de regreso a Washington. Reuters
Trump exige la "rendición total" de Irán antes de "eliminar" a Jamenei y lanzar la bomba de las 13,5 toneladas por Israel
El inquilino de la Casa Blanca baraja la opción de intervenir en la guerra israelí contra Irán. Sólo EEUU tiene la capacidad de destruir el programa nuclear iraní, y Netanyahu lo sabe.
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Donald Trump prepara el terreno para entrar en la guerra israelí contra Irán. En caso de hacerlo, Benjamin Netanyahu conseguiría uno de los principales objetivos de la Operación León Creciente, que no es otro que implicar a Estados Unidos. Y es que Israel no puede destruir en solitario la planta nuclear de Fordo, construida a 90 metros de profundidad en una montaña próxima a la ciudad santa de Qom para resistir cualquier ataque aéreo convencional.
Sólo la bomba antibúnker estadounidense GBU-57, de 13,5 toneladas, puede alcanzar la instalación subterránea que Irán utiliza para enriquecer uranio en cantidades industriales. La única aeronave con capacidad para transportar la bomba es, claro, el bombardero B-2 Spirit de la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Su lanzamiento es la única opción viable para desmantelar el programa nuclear iraní. Y Netanyahu lo sabe.
Trump decide. Hasta la fecha, Estados Unidos ha asistido a las defensas aéreas israelíes a la hora de interceptar los misiles lanzados desde Irán sobre su territorio. Mientras, el Pentágono ha enviado a la región el grupo de combate del portaaviones USS Nimitz.
Trump, que movilizó ayer sus cazas F-16 y F-35, presumió a través de su plataforma Truth Social de haber pasado a tener el control “total y absoluto” del espacio aéreo iraní. Menos de 24 horas antes, el inquilino de la Casa Blanca había pedido la evacuación “inmediata” de Teherán, una megaurbe de catorce millones de habitantes, donde Israel concentra el grueso de sus ataques.
¿Intervendrá Estados Unidos? Es la pregunta del millón. “Parece que va en esa dirección, al menos para destruir Fordo”, traslada a este periódico Danny Citrinowicz, uno de los analistas israelíes que mejor conoce Irán. “Pero la pregunta es si continuarán y, junto con Israel, intentarán derrocar el régimen”. En este sentido, según Reuters, Israel tuvo el pasado sábado una ventana operativa para asesinar al líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei. Pero Trump vetó la operación.
Netanyahu considera que la muerte de Jamenei solucionará todas las crisis de Oriente Próximo. El primer ministro israelí declaró exactamente lo mismo sobre la eventual muerte de Sadam Husein antes de la invasión estadounidense de 2003. El tiempo demostró que estaba equivocado.
Ayer, sin embargo, Trump hizo suyas las amenazas del primer ministro israelí. “Sabemos exactamente dónde se esconde el llamado ‘líder supremo’. Es un blanco fácil, pero está a salvo allí; no vamos a eliminarlo (¡matarlo!), al menos no por ahora. Pero no queremos que se disparen misiles contra civiles ni contra soldados estadounidenses”, escribió en Truth, donde deslizó que la “paciencia” de Estados Unidos “se está agotando” y exigió la “rendición total” de Irán.
“Si Jamenei fuera asesinado, lo más probable es que la Guardia Revolucionaria tome el control del país”, anticipa Citrinowicz.
“La meta de Netanyahu es destruir las capacidades misilísticas y nucleares de Irán para evitar la aparición de una potencia nuclear rival. Aunque un cambio de régimen también se alinearía con los intereses del primer ministro israelí, no creo que este sea su objetivo a corto plazo”, sostiene, en cambio, el analista Yeghia Tashjian, coordinador del Grupo de Asuntos Regionales e Internacionales en el Instituto Issam Fares de la Universidad Americana de Beirut.
“Sin embargo, si observamos cuidadosamente la trayectoria de los objetivos en Irán, recuerda a la situación de Hezbolá a partir de septiembre de 2024, tras los ataques con buscapersonas”, añade Tashjian. “Parece que nos dirigimos hacia un escenario similar en Irán”.
La cuestión es que los objetivos de Netanyahu y Trump no son plenamente coincidentes. “Ambos quieren ver a un Irán débil y sin capacidad nuclear, sin embargo, a diferencia de Netanyahu, Trump necesita un acuerdo y estabilidad. Más importante aún, no quiere desplegar fuerzas sobre el terreno ni verse arrastrado a una guerra de desgaste”, explica Tashjian, que considera, de todos modos, que el conflicto ha cruzado el punto de no retorno.
“Irán necesita una salida digna para volver a la mesa de negociaciones, pero Israel está impidiendo que eso suceda”, señala, en este sentido, el analista libanés. “El lado israelí favorece un Irán fragmentado sin tener en cuenta que una autoridad central debilitada desatará el caos en la región, como ya vimos con Irak después de 2003”.
Daños significativos
Según declaró ayer en la CNN el director general del Organismo de Energía Atómica, Rafael Grossi, los ataques israelíes han conseguido retrasar “de manera significativa” las capacidades de enriquecimiento nuclear de Irán. La planta de Natanz, cuya superficie ha quedado “completamente destruida”, es la más afectada. En Fordo, de momento, los impactos son “perimetrales”.
Trump, en cualquier caso, no confía en los informes de sus agencias de inteligencia sobre las intenciones nucleares de Irán. Hasta el punto de desacreditar a su directora del Departamento de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, que había asegurado ante el Senado el pasado mes de marzo que, aunque “la reserva de uranio enriquecido de Irán está en sus niveles más altos y es algo sin precedentes para un estado sin armas nucleares”, la República Islámica no estaba desarrollando la bomba atómica.
“No me importa lo que ella dijo. Estuvieron muy cerca de conseguir una bomba nuclear”, reafirmó Trump el lunes desde el Air Force One. No en vano, Gabbard demostró tener gran simpatía por el régimen iraní y sus satélites. En 2017, sin ir más lejos, la entonces congresista demócrata visitó Damasco para entrevistarse con el depuesto Bashar Al Asad, otrora uno de los principales aliados de Irán en la región con los que los ayatolás ya no pueden contar. Por lo pronto, Jamenei intentará no acabar como el expresidente sirio.