Ocurrió en marzo de 2023. Un grupo de alumnos de secundaria de Valencia, concretamente de 2º de ESO, emprendió un viaje a Benalmádena, Málaga. El motivo: participar en unas olimpiadas escolares. Allí culminaron meses de acoso y burlas a un niño de 13 años en algo mucho peor: una terrible violación grupal que ha conmocionado a toda la comunidad educativa.
Durante más de dos meses, la víctima convivió con sus agresores en el colegio concertado en el que estudiaba. Fue en junio cuando sus padres le comunicaron al centro, ubicado en la capital valenciana, que su hijo no estaba en condiciones de asistir a las clases.
El colegio recibió el informe del psicólogo que acreditaba su situación junto con el sello de la Fiscalía. La narración era desgarradora. El menor calló hasta explotar. Un día se desplomó ante su madre en "estado catatónico". Llegó a estar 35 días ingresado en el Hospital La Fe.
El tema es tabú a las puertas del centro. Ni profesores ni padres ni alumnos acceden a relatar lo más mínimo a EL ESPAÑOL. Varios tutores legales han tomado la drástica decisión de cambiar a sus hijos de colegio. Todas saben lo que ocurrió en Benalmádena.
El niño sufrió durante semanas en silencio y fue objeto de amenazas constantes, tanto a él como a uno de sus hermanos, si contaban algo de lo que le habían hecho sus agresores y compañeros de clase. Un auténtico infierno que comenzó desde el inicio del curso, tal y como reveló el diario Las Provincias.
Para la 'manada de 2º de la ESO', él era su objetivo. Burlas y acoso por sus gafas, por sus granos o hasta por la forma en la que se comía su bocadillo en el patio. Excluido de grupos de amigos y relegado al pupitre de la última fila, la víctima estaba completamente aislada.
A lo largo del año, su móvil no paraba de sonar. Desde llamadas con número oculto hasta recibir contenido pornográfico o vídeos sobre técnicas de alargamiento de pene. El acoso constante fue la antesala de la barbaridad que acabaría sucediendo.
Ese infierno desencadenó en el terrible suceso en Benalmádena, en un baño del hotel en el que se alojaba la clase de 2º de la ESO durante las olimpiadas escolares. El 28 de marzo de 2023 lo rodearon en el pasillo, lo empujaron a la fuerza y se encerraron con él en el baño.
Sin posibilidad de escapar, los agresores le mostraron vídeos pornográficos y se masturbaron delante de él. "Hazte una paja o morirás", exclamaban los agresores al menor, a quien agredieron sexualmente tras cerrar la puerta con pestillo.
"Que sufra, que sufra, quiero ver como sufre", afirmó el que se erigió como líder de la 'manada' de cinco agresores, tal y como especifica la reconstrucción de los hechos de la Fiscalía de Menores y la acusación particular.
La víctima estaba rodeada e inmovilizada. Así lo detalló el psicólogo en su informe de los hechos: "Escenifica estar rodeado por un grupo de chicos de los que daba los nombres, echando baba por la boca con elevado nivel de bloqueo y angustia, refiriendo que la baba es semen y refiriendo inmovilidad", reza el escalofriante informe.
En esa situación, mientras forzaban a la víctima, otros animaban a los agresores. Pero, este no fue un hecho aislado, ya que, durante las semanas posteriores, los mismos, que seguían siendo sus compañeros de clase, le intimidaron para que guardara silencio y lo amenazaron a través de las redes sociales. Llegaron incluso a llamarle más de 300 veces a través de Whatsapp.
Así lo constató el psicólogo de la víctima, según consta en la denuncia que él mismo presentó ante la Fiscalía de Menores. También en el relato que el día 12 de junio trasladó al centro, donde detalló las graves consecuencias que había provocado la agresión al menor.
El calvario derivó en graves problemas de salud física y mental. Conforme pasaban los días, su estado anímico empeoró, pero no contó nada a sus padres ni profesores por el miedo que seguía temiendo a los agresores.
El punto crítico llegó dos meses después de la agresión sexual, cuando el menor se desplomó sobre los brazos de su madre y entró "en estado catatónico" tras sufrir un severo estrés emocional, según detalló el psicólogo.
35 días ingresado
Los daños físicos y psicológicos en la víctima eran ya de severa gravedad. Desde la agresión hasta el abandono definitivo del centro, el menor estuvo dos veces ingresado en el Hospital La Fe, durante un total de 35 días. Además, en la actualidad continúa recibiendo tratamiento psicológico.
El niño, que ahora es un adolescente de 15 años, entró en estado catatónico durante unos días y sufrió "un trastorno de estrés postraumático cronificado con graves episodios de amnesia disociativa", según el informe del especialista que lo trató.

Hospital La Fe en Valencia. Europa Press
Dos de los implicados en los hechos eran menores de 14 años en el momento en que ocurrieron, por lo que, conforme a la legislación vigente, no pueden ser procesados penalmente. La ley los considera inimputables.
Otros dos se acogieron a su derecho a no declarar durante el proceso y la jueza encargada del caso dictó un auto de sobreseimiento al considerar que no existen pruebas suficientes para seguir adelante con la acusación. Sin embargo, la resolución no es definitiva y deberá ser ratificada o revocada por la Audiencia Provincial de Valencia.
Además, un quinto menor fue investigado por supuestamente amenazar y acosar a la víctima con el fin de impedir que contara lo ocurrido. Según la investigación, estos hechos habrían tenido lugar después del viaje escolar.
La Fiscalía no descarta que un sexto adolescente estuviera implicado, pero no ha podido identificarlo debido a la falta de información aportada durante los interrogatorios como consecuencia del bloqueo que sufría la víctima.
Conmoción en el centro
En el centro concertado crece la preocupación y el desconcierto. Ante las puertas del colegio se respira un ambiente de inquietud, como así lo transmiten los padres y madres de los alumnos mientras esperan para recogerlos a la salida de la jornada escolar.
Los rostros serios predominan al ser preguntados por esta cuestión. Ningún padre o madre quiere hacer declaraciones.
En cuanto el caso trascendió, la comunidad de padres y madres se hizo eco con una carta para reconocer la fuerza de la víctima en contar su historia. Un escrito en el que reivindican la necesidad de "proteger, no callar" y en el que apoyan a la familia y la víctima, quien cambió de centro el curso posterior a los hechos a petición propia.
Sienten que las explicaciones ofrecidas desde el colegio son insuficientes, lo que ha provocado un profundo malestar en un buen número de tutores legales.
Algunos de ellos ya han decidido que sus hijos abandonen el centro, y otros se preguntan por qué no se les explicó lo sucedido, ya que se han enterado a través de los medios de comunicación.

Padres y niños a la salida de un centro escolar. Álex Zea / Europa Press
Al igual que los padres, el personal docente evita dar declaraciones. Se ha convertido en un tema tabú que ya está afectando a la estabilidad del centro. Existe también una gran preocupación en el claustro de que la trascendencia del caso revictimice al menor o pueda contribuir a su identificación.
Los padres molestos con lo sucedido denuncian falta de autocrítica en la rueda de prensa que realizó el centro, en la que sus representantes indicaron que "por muy duro que sea, cuando realizas actividades escolares con salidas con pernocta, si no hay alguien en cada habitación, no existe un riesgo cero".
"Estamos intranquilos", afirman los progenitores que siguen llevando a sus hijos al centro donde siguen agresores del menor de 13 años.