Gisela Turazzini junto a una representación del sistema de pensiones.

Gisela Turazzini junto a una representación del sistema de pensiones.

Sociedad

Gisela Turazzini, ingeniera financiera: "El dinero no nace del BOE, lo pagan quienes trabajan con su sangre fiscal"

En un país atrapado entre la deuda, la baja natalidad y un sistema de pensiones al límite, Gisela Turazzini alza la voz para plantear un giro radical.

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En un contexto de creciente preocupación por la sostenibilidad del sistema de pensiones y el modelo económico español, Gisela Turazzini, ingeniera financiera, lanza una contundente reflexión sobre la situación actual.

Sus declaraciones no solo sacuden conciencias, sino que invitan a repensar el modelo redistributivo tradicional para dar paso a un sistema más justo y eficiente basado en la capitalización.

"El dinero no nace del BOE, lo pagan los que trabajan hoy con su sangre fiscal", afirma Turazzini, en alusión al gasto público y a la idea de que el Estado puede repartir recursos indefinidamente sin consecuencias.

Un sistema dañado 

Según ella, el sistema actual se sostiene a costa del sacrificio de los trabajadores activos, mientras que los beneficios son recibidos por una generación que ya no contribuye al sistema.

Para Turazzini, el modelo de reparto está agotado. "España no necesita más reparto, sino más capitalización", sostiene, subrayando la necesidad de un cambio estructural en la gestión de las pensiones.

La capitalización, en contraste con el reparto, implica que cada individuo ahorra e invierte para su propia jubilación, reduciendo la dependencia del Estado y aumentando la responsabilidad individual.

En su análisis, señala que el sistema de reparto "no es justo, no es sostenible y no es libre". Según Turazzini, la baja natalidad, la precariedad laboral y la falta de nuevos cotizantes hacen inviable seguir financiando pensiones.

La situación se agrava con una creciente deuda pública y una economía que no logra ofrecer oportunidades reales para los jóvenes.

En este marco, su afirmación es contundente: "El modelo que no defiendo, que es el de reparto, está quebrado para mí".

Turazzini propone que se premie el esfuerzo, se respete a quienes han trabajado durante décadas y se libere a los jóvenes de una carga fiscal insostenible. "Menos expolio, más capitalización. Es mi forma de verlo", declara con firmeza.

Uno de los puntos más llamativos de su discurso es la crítica a la dependencia política. "Que cada cual construya su futuro sin depender de promesas políticas ni saquear a la siguiente generación por culpa de los políticos", dice.

En su opinión, el Estado ha creado una relación de dependencia que perpetúa la inestabilidad económica y social, hipotecando el futuro de los jóvenes en nombre de una supuesta solidaridad intergeneracional.

Turazzini propone un "pacto generacional" que una a mayores y jóvenes en la construcción de un nuevo sistema. "España no saldrá adelante repartiendo lo que no tiene", advierte.

De esta forma, señala la necesidad de abandonar el cortoplacismo y diseñar una estrategia fiscal y económica que no solo sea viable, sino que también sea justa para todas las generaciones.

Además, critica el empobrecimiento progresivo de la población. "Tenemos sobreprecios en alimentación, los alquileres por las nubes, los jóvenes sin acceso a la vivienda, los salarios que no crecen al ritmo de la inflación...", enumera.

Con una mirada realista pero propositiva, Turazzini concluye: "Si nos abriéramos generacionalmente a ir cambiando entre todos juntos, mayores y jóvenes, en vez de pelearnos todos los días…". 

Su llamado a la acción es claro: dejar de lado las divisiones, superar la dependencia estatal y construir juntos un modelo económico más equitativo, eficiente y libre.

En definitiva, su mensaje es incómodo para algunos, pero necesario para todos. Porque, como bien apunta, "afirmar que nuestro modelo económico es viable es vivir en una realidad súper triste".

Su propuesta no es solo económica, sino ética: un futuro que se construya desde la responsabilidad y la libertad individual, y no desde la promesa vacía del reparto sin recursos.