
El presidente electo de Corea del Sur, Lee Jae-myung.
Acercarse a China sin enfurecer a Trump: la misión (casi) imposible del nuevo presidente de la Corea más polarizada
Lee Jae-myung apuesta por una "diplomacia pragmática", pero ¿podrá mantener el equilibrio entre su principal socio militar y su mayor socio comercial sin pagar un precio demasiado alto?
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La pasada noche del martes, la cadena de televisión surcoreana SBS sorprendió al país con una cobertura electoral de las presidenciales muy poco convencional. Para seguir el escrutinio, en lugar de recurrir a los habituales gráficos en tiempo real, apostó por la inteligencia artificial para recrear una competición entre muñecos con el rostro de los dos candidatos principales, vestidos con trajes tradicionales y enfrentados en juegos propios de un videojuego de Mario Kart: carreras de caballos de juguete, concursos de K-pop o pruebas para desatascar un váter.
El experimento visual buscaba, sin duda, captar la atención de una ciudadanía cada vez más desencantada con la política nacional. Sin embargo, contrastaba notablemente con el trasfondo de unos comicios decisivos para el futuro de una de las mayores democracias de Asia Oriental. Y es que estos comicios suponían el principio del fin de seis meses de caos e incertidumbre política, provocados por la fugaz declaración de la ley marcial por parte del expresidente Yoon Suk-yeol, posteriormente destituido e inhabilitado.
El portazo definitivo a esa oscura etapa llegó con la victoria del liberal de centro-izquierda y líder opositor Lee Jae-myung. Ahora, sin embargo, sin el apoyo de la inteligencia artificial, el nuevo presidente deberá recurrir a su propia dosis de creatividad para afrontar un desafío mayúsculo: calmar las tensiones internas y redefinir el papel de Corea del Sur en un escenario internacional cada vez más volátil y marcado por la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China.
With exit polls predicting a landslide victory for Lee Jae-myung, SBS has got the ball rolling on its initial results graphics: pic.twitter.com/HGSs8a42vX
— Shreyas Reddy (@shreyas_k_reddy) June 3, 2025
No lo tendrá fácil. Lee hereda un país profundamente dividido, una economía paralizada y un vecino que amenaza constantemente con desatar una guerra nuclear. Lo cierto es que el mandatario, de 61 años, cuenta con una ventaja que su predecesor no tuvo: su partido, el Partido Democrático, controla la mayoría en la Asamblea Nacional. Esto le otorga a Lee, que antes de saltar a la arena política forjó su camino como activista y abogado defensor de los derechos humanos, un margen de maniobra para impulsar su agenda y evitar el bloqueo institucional que llevó a Yoon, en un gesto desesperado (e ilegal), a declarar la ley marcial.
Su liderazgo, sin embargo, está a prueba desde el primer día. En los últimos meses, Lee se ha erigido como un símbolo de resiliencia democrática —en diciembre escaló la valla del Parlamento para entrar en el edificio y participar en una votación de emergencia que derogara la declaración de ley marcial—, pero tiene cuentas pendientes con la justicia. Enfrenta varios procesos penales por malversación y mala gestión. Unas manchas que, sin duda, la oposición intentará aprovechar para deslegitimarlo.
"Devolver al país a una normalidad democrática y reactivar la economía serán los principales desafíos que tendrá que enfrentar Lee Jae-myung", explica Inés Arco, investigadora del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB) especializada en Asia Oriental. En realidad, se trata de dos retos estrechamente vinculados, ya que las turbulencias internas son las que han contribuido a la caída del PIB en un 0,2% durante el primer semestre del año. Eso, y también las embestidas arancelarias de Estados Unidos.
Washington y Seúl tienen un acuerdo de libre comercio y son los mayores aliados de la región de Asia-Pacífico. Aun así, la Administración de Donald Trump ha impuesto a Seúl un gravamen –mal llamado "recíproco"– del 25% sobre varios productos surcoreanos. Este se suma a los ya existentes de ahora hasta un 50% en sectores clave como el acero, el aluminio y los automóviles. Y eso para un país exportador como Corea del Sur es un duro golpe. De hecho, una encuesta de la Federación de Industrias de Corea del Sur estima que, si se mantienen los actuales aranceles, las exportaciones a EEUU podrían llegar a caer un 4,9% este año.

El candidato presidencial del Partido Demócrata, Lee Jae-myung, hace un gesto al llegar a su último mitin de campaña para las elecciones presidenciales de Corea del Sur en Seúl, Corea del Sur, el 2 de junio de 2025.
El paraguas de EEUU
"Por eso, Estados Unidos será un actor clave en la política exterior de Lee", afirma Arco. La experta del CIDOB añade que, en las próximas semanas, la prioridad del nuevo presidente será calmar a su principal aliado y alcanzar un acuerdo político sobre los aranceles antes de que expire el plazo. Es decir, el periodo de gracia de 90 días impuesto por Trump que acaba el próximo 8 de julio. Y lo cierto es que el tiempo corre en contra, porque hasta ahora apenas ha habido diálogo entre ambos gobiernos. ¿Por qué? Porque Trump solo habla con quien tiene el poder. Y en Corea la silla estaba aún vacía.
"El nuevo presidente dejó muy claro en su discurso inaugural que su prioridad será recomponer la relación con Estados Unidos", explica a este periódico Ramón Pacheco, catedrático de Relaciones Internacionales en el King’s College de Londres y titular de la Cátedra KF-VUB de Corea en el Centre for Security, Diplomacy and Strategy (CSDS). "Sabe que sin ese vínculo, la economía no podrá sostener su crecimiento. Pero también es, ante todo, una cuestión de seguridad", detalla.
No es para menos. Corea del Sur y Estados Unidos tienen una alianza militar estratégica que funciona como barrera de contención frente a Corea del Norte y su programa nuclear, pero también frente al avance regional de China. De hecho, Washington —su único socio militar— mantiene más de 28.000 soldados desplegados en territorio surcoreano y una de las mayores bases militares en el extranjero, la Camp Humphreys. El problema es que Trump, en su cruzada contra China, exige a su socio surcoreano un compromiso cada vez más firme en esa misma dirección.
La "diplomacia pragmática" lleva a China
Y es aquí donde comienza el delicado juego de equilibrios. Lee siempre ha sido partidario de estrechar lazos con sus vecinos y evitar confrontaciones innecesarias. Es lo que él mismo ha definido como "diplomacia pragmática". Por eso, en su primer discurso como presidente, prometió reforzar la relación con EEUU. Por eso también, tendió la mano a Corea del Norte y anunció su intención de reactivar el diálogo con el régimen de Kim Jong-un. "Abriremos canales de comunicación y promoveremos el diálogo y la cooperación con Corea del Norte", dijo.

El presidente chino, Xi Jinping, asiste a una reunión con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva (no aparece en la imagen), en el Gran Salón del Pueblo en Pekín, China, el 13 de mayo de 2025. Reuters
No obstante, dentro de ese pragmatismo se incluye también su intención, defendida durante años,de restablecer los tensos vínculos diplomáticos con China (su principal socio comercial), pese a la oposición de Washington. "El distanciamiento con China continuará —anticipa Pacheco—, pero intentará mantener canales abiertos, al mismo tiempo que luego evitará retóricamente un alineamiento tan explícito con Estados Unidos".
En la misma línea, Arco destaca que más que posicionarse, Lee tratará de reequilibrar la balanza. "El anterior Gobierno apostó por poner todos los huevos en la cesta estadounidense, y él busca diversificar: con China, sí, pero también con otros mercados del sudeste asiático como Singapur o Vietnam".
"Lee tratará de reequilibrar la balanza y diversificar: con China, sí, pero también con Singapur o Vietnam"
Inés Arco, investigadora del CIDO
Incluso, sugiere, podría acercarse a Japón, con quien tiene cierta cooperación económica pero también tensiones históricas por el colonialismo japonés y disputas territoriales por algunos islotes.
"En este delicado juego entre economía y seguridad, lo que Corea busca son pequeñas rendijas por donde encontrar un equilibrio y avanzar, paso a paso, hacia su transformación en un poder global", concluye la experta.
Los vínculos con la UE
Alexander Lipke, director del programa Asia del European Council on Foreign Relations (ECFR), coincide en que el nuevo presidente surcoreano "evitará cualquier conflicto abierto con China, pero continuará reduciendo riesgos de forma discreta, fortaleciendo la cooperación con sus vecinos y diversificando sus socios comerciales, incluida Europa".
Según el experto, los europeos deben prepararse para una disminución del compromiso de Seúl a la hora de condenar la guerra en Ucrania o desafiar la creciente alianza militar entre Corea del Norte y Rusia. "El enfoque pragmático de Lee podría coincidir con los intentos del presidente estadounidense Donald Trump de alcanzar un acuerdo con Moscú, levantar las sanciones y restablecer los lazos económicos", advierte. De acuerdo con medios locales como el Korea Times, algunas empresas surcoreanas ya han expresado discretamente su interés en regresar al mercado ruso, por lo que un posible giro en la política exterior surcoreana podría abrirles esa puerta.

El recién elegido presidente surcoreano Lee Jae-myung, y su esposa Kim Hye-kyung, llegan para la inauguración presidencial en la Asamblea Nacional en Seúl, Corea del Sur, el miércoles 4 de junio de 2025.
Asimismo, Lipke señala que Lee podría ver en una aproximación a Rusia una manera de ganar influencia sobre Corea del Norte. "Una reapertura diplomática hacia Rusia podría ser vista por Seúl como una forma de empujar al régimen norcoreano de vuelta a la mesa de negociación", resume.
Sin embargo, ese tipo de movimientos son, cuando menos, peligrosos. Y es que desde Bruselas, un acercamiento a Moscú podría interpretarse como "una traición", lo que pondría en entredicho la confianza mutua y debilitaría la relación entre Corea del Sur y la UE.
Aun así, todavía está todo abierto. Lipke subraya que este distanciamiento no es inevitable. De hecho, Lee incluyó de forma explícita en su programa electoral el compromiso de reforzar los vínculos con Europa, un socio con el que el país asiático mantiene una estrecha relación comercial y de inversión.
Con todo, en este tablero, Europa podría convertirse en una suerte de brazo al que agarrarse para un país que intenta mantener el difícil (y casi imposible) equilibrio entre China, Estados Unidos y sus propios intereses nacionales.