
Antonio Maíllo, líder de IU, durante su entrevista con EL ESPAÑOL.
Antonio Maíllo, líder de IU: "Lo de Leire Díez es salseo, una fantasmada, no creo que actuara dirigida por el PSOE"
"Con la UCO hay que actuar, no dar la sensación de que estamos sobrepasados"
"Ya que nos van a llamar rojos y comunistas, con la Vivienda podríamos serlo"
"En Podemos tienen un lenguaje muy agresivo que raya la falta de respeto"
La izquierda en España vive estos días en estado crítico. A los escándalos que saltan día tras día en torno al Gobierno, se suman la dificultad de encontrar unidad en el espacio a la izquierda del PSOE o las tensiones en el seno del Ejecutivo por el gasto militar o la compra de armas a Israel.
Ahí, en todas estas trifulcas, Izquierda Unida (IU) está intentando que suene su voz como propia, reivindicándose como un viejo conocido que vuelve con energías renovadas y dispuesto a tirarle de las orejas al PSOE, al Sumar al que pertenece o a Podemos.
Antonio Maíllo (Córdoba, 1966), el coordinador federal de Izquierda Unida (IU), atiende a EL ESPAÑOL tras dar un paseo por la Feria del Libro de Madrid y antes de un acto por los presos políticos del Sáhara. En el paseo casi se cruza con Ione Belarra, pero no sucedió. Uf.
Hay que hablar de Leire Díez. ¿Cree que va por libre, como dice, o que era una persona dirigida por Ferraz?
No creo que sea una persona dirigida. Mi impresión es que hay personajes que han tenido responsabilidades políticas que nunca debieron haberlas tenido, a la luz de lo que se conoce.
Lo único que creo relevante en términos políticos es si ha habido alguna trascendencia con respecto a lo que se barajó en esa conversación, que fue absolutamente rechazable. Como no lo ha habido, en eso nos quedamos.
¿Pero no le parece llamativo que la recibiera en persona el secretario de Organización, Santos Cerdán, después de que ella misma lo solicitara?
No lo sé, hay que respetar los usos y las costumbres que tengan en cada organización. Los criterios que hay que tener en cuenta, más allá de este salseo, son dos: la transparencia, la máxima explicación; y la contundencia, una actuación proporcionada a la gravedad de los hechos.
Lo que hay que valorar políticamente es cómo se han aplicado esos dos criterios.
¿Y cómo los valora? Enrique Santiago fue uno de los primeros socios del PSOE en hablar sobre este asunto y dijo que él sabía lo que hacer si hubiera sucedido en su partido.
Todo esto está ya superado, porque esta señora se ha dado de baja de su organización. Pero nosotros sí que tenemos la fórmula de la suspensión cautelar de militancia y esa es, seguramente, la que habríamos aplicado. Pero cada organización tiene sus reglamentos y las garantías de los afiliados.
Lo importante ahora es que tiene que aclararse el papel que esta mujer ha tenido. Aunque a mí me parece una fantasmada, sinceramente. Hay que tener en cuenta el contexto en el que vivimos y no somos ingenuos. Las filtraciones, vengan de donde vengan, siempre son interesadas.
Sobre ese marco, hay que respetar la inteligencia de la gente a la hora de abordar y sacar conclusiones. Prudencia máxima, transparencia y contundencia en la acción.

Maíllo, atiende a EL ESPAÑOL durante su visita a Madrid para atender diversos actos.
Con todos estos escándalos, ¿puede este Gobierno agotar la legislatura, como viene repitiendo Pedro Sánchez?
No somos ingenuos. Hay una clara estrategia dirigida por el Partido Popular, que tiene problemas en su seno. No es casualidad que esto salga la semana en la que ha sido encarcelado el secretario de Estado con Rajoy, Francisco Martínez, o que han sido imputados altos cargos del Gobierno de Ayuso, o que el propio novio de Ayuso haya sido imputado por falseamiento de documentos públicos y fraude fiscal.
No es casualidad que, la misma semana que se producen esos hechos, el foco del debate político esté en un elemento ajeno a eso. Yo creo, además, que acaba de empezar. La estrategia de acoso y derribo va a subir más peldaños de los que vemos ahora.
¿Más escándalos?
Pienso que sí, que va a haber una intencionada estrategia que tiene como hito la manifestación del 8 de junio y para ganar un congreso. Lo que sí me ha llamado la atención como elemento novedoso en esta estrategia es la alianza de intereses de Ayuso y Feijóo. Ambos están interesados en que no se hable de sus vergüenzas.
Ambos también están interesados en tapar las noticias buenas que se dan desde el Gobierno, aunque eso es más normal en la dinámica Gobierno-oposición. Lo cierto es que hay un mayor número de afiliados a la Seguridad Social, una disminución del paro juvenil como no ha habido desde muchos años…
Es verdad que, en ese sentido, hay que mejorar para eliminar la precariedad. Pero estamos hablando de noticias buenas que, sin embargo, son oscurecidas por todo este salseo que escapa a lo que son las dinámicas normales de la política.
¿Incluiría a los jueces en esa supuesta estrategia?
Generalizar, decía Gómez de la Serna, es una falsedad. Yo creo que no hay que generalizar. Lo que sí es verdad es que hay jueces que, evidentemente, están haciendo política sin que le corresponda.
Haya o no una estrategia, el presidente del Gobierno lleva 40 días sin dar una rueda de prensa y en todo 2025 no ha concedido una entrevista. ¿No le parece un ejercicio de escapismo?
Tampoco es inocente. El silencio en política también tiene un valor, me imagino que también tendrá una finalidad. Pero tarde o temprano el presidente tendrá que hablar en el Parlamento y de eso no se escapa nadie.
Esta última incidencia, de todas formas, es chusca, baja demasiado el nivel como para que el presidente la tenga que atender o ponerse a ese nivel.
Hay una hiperventilación en el espacio de la derecha. Pero hay una constante: no se produce ningún trasvase de simpatías del campo progresista al campo de la derecha y eso es un drama para ellos.
Nosotros tenemos que hacer las cosas bien y en estos momentos de dificultad tenemos que prepararnos y empezar a organizarnos para cuando llegue el ciclo electoral de Andalucía, Castilla y León y, posteriormente, de las generales.
Tenemos que estar en las mejores condiciones para tener posibilidad de reedición de Gobierno. En estos momentos no la hay, hay que reconocerlo, según todas las prospecciones electorales.
En estos momentos no hay posibilidad de reedición de Gobierno, hay que reconocerlo
Como parte de ese panorama que describe… ¿La izquierda no tiene responsabilidad? Por ejemplo, en el clima polarizado…
La polarización no es exclusiva de España. Hay una ofensiva de carácter reaccionario autoritario que atraviesan todos los países de Occidente. En lo único que escapa España es que el Gobierno que no es de derecha o extrema derecha de la Unión Europea. España y Eslovenia.
Desde esa perspectiva, yo observo también cierta agresividad. Hay una especie de salida del armario de personas que antes no expresaban su opinión y ahora lo hacen de manera muy agresiva en lo cotidiano.
Pero también hay una excepcionalidad, tenemos un Gobierno que, si lo hacemos bien, puede construir una esperanza. Porque el mensaje de polarización que se establece en la derecha y en la extrema derecha no ofrece ninguna esperanza. Todo consiste en derribar al Gobierno, no hablan de qué modelo de país quieren.
No se habla de vivienda, tema que debería centrar el debate político este año, o de los servicios públicos. Es todo odio, destrucción y dar la imagen de que ya llegarán ellos a reconstruir. Pero es una abstracción que no se corresponde con la realidad.
Las encuestas trasladan un estado de ánimo, pero se hacen sin estar en periodo electoral. Creo que estamos todavía a tiempo, y en condiciones, para que este Gobierno pueda seguir no sólo siendo la excepción, sino que construya una esperanza para millones de europeos que están sometidos a gobiernos claramente fascistas.
En su defensa del Gobierno, varios ministros han dado a entender que existe una especie de "UCO patriótica". También lo han dicho socios del Gobierno. ¿La hay?
Hemos publicado un documento de seguridad y defensa alternativo. Decimos ahí que hay elementos muy preocupantes en los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado que están vinculados ideológicamente… que no están vinculados a los valores democráticos que deben defender.
La UCO, para que lo entienda todo el mundo, es una policía judicial que no depende del Gobierno. Pues, evidentemente, puede tener elementos individuales que no estén desarrollando las actividades que se les encomienda.
La clave es que hay que actuar ahí y no dar la sensación de que estamos sobrepasados.
No sólo en la UCO, sino en la Policía Nacional, en determinados estamentos del Ejército y en la Guardia Civil, hay individualidades que no están formando parte de los valores democráticos que necesitamos en un país como el nuestro, que necesita unas fuerzas de seguridad con valores democráticos y que, además, formen en democracia.
En julio, Bruselas publicará su informe sobre el Estado de derecho en Europa y ya hay noticias de que España no saldrá bien parada. ¿Ve un deterioro de la calidad democrática del país?
Lo que está intentándose es deteriorar la democracia, pero de una manera consciente. Es un proyecto estratégico. Estamos rodeados de gobiernos de derecha y extrema derecha y hay millones de votos que van a partidos declaradamente fascistas en la Unión Europea, en Estados Unidos o en Argentina.
Creo que tenemos que ser conscientes de este momento histórico porque la caída y derrumbe del Gobierno español supondría la última pieza de caza mayor en la Unión Europea.
Hay un deterioro consciente, un intento de que sea difícil convivir en el debate político español. Y toda esta estrategia tiene una máxima que es forzar el fin del Gobierno actual por la vía del agotamiento.
Hay que recordar el enunciado de Aznar, que nunca va a hablar gratuitamente, y dijo lo de "cabeza fría y máxima tensión vital". El que desprecia a Aznar es que no se ha enterado de cómo va la política en nuestro país.

Maíllo es coordinador federal de Izquierda Unida desde el año pasado, cuando llegó a sustituir a Alberto Garzón.
Pero, ¿el Gobierno no cae en lo mismo que denuncia? El bulo de la "bomba lapa" a Pedro Sánchez que han difundido varios ministros y que se han negado a rectificar es un ejemplo. ¿Es válido lo que hicieron o deberían rectificar?
Insisto en que hay que tener mucha prudencia con las filtraciones, porque ninguna es desinteresada. Ninguna. Siempre surgen con un fin consciente. Yo puedo hablar de nosotros y de mí y de la prudencia que tenemos en esos casos.
Mencionaba antes la vivienda. ¿Puede ser el asunto que provoque un cambio de Gobierno en las próximas elecciones?
Va a ser más importante la vivienda para el futuro de esta legislatura que las coyunturas que están sucediendo esta semana. Va a ser el verdadero termómetro del fracaso o éxito de esta legislatura y del Gobierno, y va a ser determinante en 2027.
Es urgente un cambio de paradigma en la política de vivienda y se tiene que hacer ya para que, cuando acabe la legislatura, empiece a percibirse. Se han dado algunos brotes verdes que valoramos, como el enfoque de mayor protagonismo estatal y público en la política de vivienda y su planificación.
Pero hacen falta políticas más audaces de intervención en el mercado para que las familias que están ahora ahogadas por los alquileres, por ejemplo, vean que hay medidas del Estado que repercuten favorablemente en su bolsillo.
Tenemos la asignatura pendiente de los alquileres y de traspasar los pisos turísticos al mercado para que se abarate lo mismo.
Pues el discurso, desde el Gobierno, parece atascado en que la culpa es de las Comunidades Autónomas y los ciudadanos no terminan de ver las soluciones. La ley de vivienda se aprobó en 2023 y sigue creciendo la preocupación en el CIS.
Al tener transferidas las competencias de vivienda a las Comunidades Autónomas, son los gobiernos autonómicos los que tienen que desarrollarla. Y el PP está boicoteando el cumplimiento de la ley de vivienda, sobre todo en la declaración de zonas tensionadas para bajar el alquiler.
Una propuesta que IU ha defendido desde siempre es la necesidad de convenios con los ayuntamientos. Ellos son el nivel de gobierno que puede ayudar a amortiguar la dificultad en torno a la vivienda, porque son los más cercanos al territorio.
Pueden tener mejor mecanismo de control de beneficiarios de viviendas sociales, públicas, más capacidad para la selección de la familia adjudicataria… Creo que en los convenios con los ayuntamientos está la posible salida a un boicot objetivo. Es así, han decidido de manera coordinada no cumplir.
Tenemos que salir con mucha rapidez para que haya repercusión y me parece que estamos perdiendo una oportunidad de ser más audaces en medidas de intervención del mercado. Si, de todas formas, ya nos van a llamar rojos y comunistas en cualquier caso. Pues al menos podíamos serlo un poco.
En un rato participará en un acto por los presos políticos saharauis. ¿Cómo siente IU el cambio de postura de Pedro Sánchez con respecto al Sáhara?
El giro sobre el Sáhara Occidental resulta incomprensible. No sólo se ha tomado de espaldas al sentir mayoritario de la sociedad, sino también al margen del consenso parlamentario. El PSOE ha optado por aislarse en una postura que ni explica ni defiende con claridad, rompiendo con una posición histórica de apoyo al derecho internacional y a la autodeterminación.
España no puede eludir su responsabilidad con el Sáhara como antigua colonia.
¿Han renunciado a esa batalla dentro del Gobierno?
No hemos renunciado, para nada. Los amigos saharauis, que nos agradecen las gestiones y el mensaje, nos piden que no se olvide la causa del Sáhara y nosotros no la vamos a olvidar.
Lo preocupante es que se está quedando un poco marginada la causa saharaui con tanto conflicto bélico como el que hay ahora. Pero nosotros no solo mantenemos nuestra posición de defensa, sino que aspiramos a que España modifique esa posición.
En IU aspiramos a que España modifique su posición sobre el Sáhara Occidental
¿Por qué no se ha explicado todavía?
Nosotros nos enteramos cuando se conoció públicamente. La política con Marruecos es lo que más diferencias genera dentro del Gobierno. Hemos de normalizar lo que implica estar en un Gobierno de coalición, pero nos duelen profundamente las diferencias en ese ámbito.
Nosotros aspiramos a recuperar aquello que siempre ha ennoblecido a España, que tiene una deuda con el pueblo saharaui como antigua colonia y a la que no ha hecho caso.
En esto, también nos sentimos respaldados por el pueblo español, que es solidario y simpatizante de la causa saharaui. Además, de una manera transversal.
No depende de la ideología.
En este momento, el único partido con una posición diferente a la del resto es el PSOE. Ellos sabrán por qué.
¿Qué puede o debe hacer IU cuando el PSOE ningunea sus líneas rojas, como esta del Sáhara, pero también la del aumento del gasto militar o la relación con empresas militares israelíes? Habrá un punto en el que hay que decir 'por aquí no pasamos y rompemos'.
Ya lo hemos hecho. Cuando Marlaska no estaba cumpliendo con el acuerdo de cancelación de compra de millones de balas, lo pusimos encima de la mesa y se saldó muy satisfactoriamente para IU. Se canceló un contrato que el Ministerio había dicho, un día antes, que no se podía hacer.
También cuando llegamos al acuerdo de que no se hicieran transacciones militares con Israel. El Ministerio de Defensa empezó a poner matices y nosotros defendimos que, cuando se dice que no se va a hacer, no se va a hacer. Y hace unos días se anunció la cancelación de una contratación de 280 millones de euros.
Aquí no hay matices. Las coordenadas morales de un país se definen por qué posición tuvo en un momento determinado. Y la pregunta será qué hizo España en ese momento. Y nosotros podremos decir que rompimos y no hay matices sobre eso.
Estando en el Gobierno hemos conseguido, precisamente, cancelar determinados contratos que, si no estuviéramos dentro, dudo que lo hubiéramos conseguido.
En el PSOE a veces molesta su postura. Hay quien dice que nadie en la izquierda se puede quejar de lo que está haciendo Sánchez por Palestina.
Valoramos positivamente que hemos pasado de ser el único país que tiene una posición firme con respecto a Israel a que ahora hay 17 países, nada más y nada menos, que coinciden con España.
Pero lo cierto es que la mayoría de la Unión Europea está teniendo una postura vergonzante, con una doble moral, además, si se compara con lo que se exigió a Rusia tras la invasión a Ucrania.
Nosotros, lo que queremos hacer es empujar en esa línea de contundencia con respecto a un Gobierno genocida sobre el que no puede haber matices. Creo que todavía se puede hacer más y vamos a empujar, entre otras cosas, para romper todo tipo de relaciones con Israel.
Hay que romper todo, porque el mensaje que hay que darle al matón es que así no va a conseguir su objetivo.
Israel tiene un Gobierno genocida y matón y España debe romper todo tipo de relaciones
Hablemos de la relación con Sumar y Podemos. Usted dice que está en contra de los hiperliderazgos, pero pueden convertirse en un problema para la izquierda en las próximas elecciones.
Hay que estar a la altura de la responsabilidad histórica que tenemos. Estamos rodeados de millones de votos a partidos fascistas y tenemos que saber leer el momento. Yo no quiero fascismo para España y estoy muy preocupado como ciudadano.
Ante esta situación es ridículo el debate que tenemos dentro de la izquierda. El reto es tan descomunal que hay que estar a la altura. Hay que anteponer un proyecto común y sobre las personas de referencia… yo apostaría porque sea gente nueva que abordara el nuevo ciclo político sin el desgaste que ha supuesto todo este esfuerzo de diez años, que ha sido durísimo y que hay que reconocerle a toda la gente que ha estado ahí.
No podemos estar todos dando lo mejor todo el tiempo. Hay que desacralizar quién encabeza qué y anteponer un proyecto común para gente que ahora mismo está esperando. Hay un electorado que nos está esperando.
Creo que IU, con modestia pero contundencia, lo ha puesto encima de la mesa y sentimos el aliento de mucha gente que, aunque no sean de IU coinciden con nosotros en la necesidad de ese espacio unitario. Ese espacio también puede ser diverso, no tiene que ser unánime.
¿Cree que Podemos ha acertado al designar ya a Irene Montero como candidata?
Bueno, cada uno puede elegir a su candidato. Eso no es un problema. Lo importante es que después todos, tengamos candidato o no, nos debemos someter a un proceso unitario. Si es que se quiere, porque tengo la sensación de que hay gente que no tiene el más mínimo interés. Y me parece de una irresponsabilidad histórica total.
¿Hay quien dice, pensando en Podemos, que hay gente esperando a que cambie el Gobierno para crecer en la oposición?
Yo creo que hay gente que no está construyendo para unir.
Desde fuera da la impresión de que IU marca la línea dura en Sumar. ¿La tibieza se puede acabar comiendo a Yolanda Díaz?
Nosotros no miramos al de al lado para posicionarnos, miramos el asunto concreto y nos posicionamos. No tenemos más o menos firmeza, es que tenemos claras las posiciones y no entramos en el tacticismo.
No se trata de mirar lo que piensen los demás, sino de posicionarnos, aunque es evidente que percibimos que hay mucha gente de izquierda que necesita una voz que les dé, si me permite, seguridad sobre aquello que ellos opinan.
Tengo la percepción de que damos certidumbre a mucha gente que se sentía huérfana y que ven en nosotros una voz más o menos coherente, no sé si equivocada o no, en torno a los debates políticos.
Hay que buscar un proyecto común y con gente nueva al frente que no tenga el desgaste que han supuesto estos últimos 10 años
¿Cree que Podemos está manteniendo una actitud positiva al presionar tanto al Gobierno?
Parece que nunca estuvieron en el Gobierno. Allá cada cual con su estrategia, pero no son las formas más facilitadoras. Tienen un lenguaje muy agresivo, rayando la falta de respeto. Y yo creo que es muy importante el respeto.
Sin respeto no vale nada ninguna regla del juego. Además, el respeto es un valor sobre el que tenemos que hacer pedagogía en política para que la propia sociedad también lo practique.
Por eso, aunque a veces quede menos lustroso para llamar la atención de un tuit, es importante transmitir respeto, tolerancia y cierta sensatez en la exposición.
¿IU puede realmente liderar esa coalición como tercera vía a Sumar y Podemos?
¿En qué sentido? A mí me gustaría liderar en posiciones políticas. Que las posiciones que defendemos sean las tesis mayoritarias.
Me refiero a nombres.
Nosotros no renunciamos a nada. Si surge un liderazgo que consideramos que representa el nuevo estadio, estaremos encantados de acompañarlo. Y si no vemos o nos convence nadie que nos ofrezca, nosotros sí plantearíamos un liderazgo sometido a votación. Sin ninguna duda.

Maíllo posa para EL ESPAÑOL en una calle del centro de Madrid.
¿Qué mensaje le trasladaría a Compromís? El partido mayoritario de la coalición ha pedido romper con Sumar y pasar al grupo mixto en el Congreso.
Cuando hay un debate interno en una organización dentro del espacio, tenemos que tener máximo respeto. Esperar que se hagan bien las deliberaciones.
Pero preferirán que se queden.
Por supuesto. Tenemos una voluntad unitaria y Compromís, hasta ahora, la ha evidenciado y la ha reflejado muy bien. Esperamos que los debates salgan favorablemente.
Quería preguntarle por una de sus competencias, Juventud, y el reparto de menores de Canarias. Pero también por la cesión migratoria a Cataluña. ¿Está el Gobierno reforzando el viraje xenófobo de Junts?
Hay que diferenciar dos planos. Uno, el concepto de traspaso de competencias o descentralización de servicios, que nosotros valoramos muy positivamente. Otra cosa son las posiciones políticas de determinadas fuerzas.
Puede darse el caso de que descentralicen esas competencias y que Cataluña, con un Gobierno de Salvador Illa, desarrolle unas políticas más progresistas que Madrid, con un Gobierno de Díaz Ayuso. En ambos casos se han descentralizado.
La descentralización por sí misma no significa asumir una tesis política, sino que es un modelo de funcionamiento. Por otro lado, hay que combatir las políticas xenófobas, pero no confundiría los dos hitos.
No estoy de acuerdo porque a Junts no se le concede la política xenófoba, entre otras cosas, porque no gobierna en Cataluña.
Pero antes o después confían en volver a gobernar. En todo caso, tiene un objetivo político concreto, ahora mismo, y ese objetivo está marcado por un viraje hacia un discurso más xenófobo.
Junts hiperventila mucho para mantener a sus huestes, pero lo relevante es lo que se aprueba o se deja de aprobar. La descentralización es neutra, no implica un peligro. El peligro es quién gobierne. Aunque, evidentemente, el supremacismo de Junts es una obstaculización a políticas de avances de derechos.
Hay que tener en cuenta que en la legislatura actual no hay tanto un eje de izquierda y derecha, sino que se ha elevado mucho la clave plurinacional, frente a la visión unionista, vamos a decirlo en términos irlandeses, de PP y Vox.
Esa es la dicotomía en la que se mantiene el Gobierno y, sobre todo, la que impide una posible alternativa con Feijóo. Si piensa Feijóo que el Gobierno es una mafia, lo que tiene que presentar es una moción de censura.
No tiene apoyos, estaría condenado a perderla y reforzaría a Pedro Sánchez.
Pero es que tú no puedes tener un discurso de deslegitimación de un Gobierno y no usar el instrumento legal que tienes para la mayor deslegitimación, que es lo que se hizo con Rajoy: unir los votos de la Cámara soberana para echar al Gobierno.
¿Por qué no lo hacen? Porque se vería que solamente existe un proyecto de PP con Vox. Y el componente plurinacional está determinando mucho las claves de la política española y PP y Vox ahora mismo están aislados en clave de aritmética parlamentaria.
¿Vio el encontronazo entre Isabel Díaz Ayuso y Mónica García en la conferencia de presidentes?
La actitud de Ayuso es formalmente una grosería institucional pero tiene su causa, la de ocultar las malas noticias de su entorno con nuevas complicaciones judiciales de su pareja. Ha conseguido que no se hable de ello. Pero se avanzará en la investigación e incluso apuesto a que Ayuso tendrá que responder en sede judicial. Al tiempo.
Por otro lado, Feijóo no puede con ella porque le ha reventado su estrategia de pedir elecciones anticipadas y ni eso ha podido conseguir. Y, por último, la actitud de desprecio a otras lenguas españolas (el euskera y el catalán lo son) es un tiro en el pie para construir cualquier proyecto de país viable.